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domingo, 23 de febrero de 2014

"UN LUGAR EN EL MUNDO DETRÁS DE UNA FRONTERA"



Quizá porque la mente es caprichosa la mañana del jueves me desperté con un verso en la cabeza: “Se conmueve el camino a la orilla del mar" este pertenece al poema “Colliure” de Luis García Montero. De camino a la facultad estuve repasando mentalmente el poema: “Ángel González duda, Pone sus pies heridos en la historia/ Y sube muy despacio, / Entre muros franceses/ Y casas repintadas con el azul de los veranos, / hasta llegar al cementerio.”  Y después todo fue un fluir de imágenes, versos, recuerdos y sensaciones.

Recordé una imagen antigua, en blanco y negro en la que aparecen Gil de Biedma, Ángel González, Carlos Barral y algún poeta más a los pies de la tumba de Machado. Reflexioné sobre la necesidad de los poetas posteriores de volver a Machado. Y de manera automática me vinieron a la cabeza otros versos: “Dramático destino, / triste suerte /morir aquí /paz /y después.../ perdido, / abandonado/ y liberado a un tiempo/ (ya sin tiempo) /de una patria sombría e inclemente.” Del poema de Ángel González titulado “Camposanto en Colliure”.

Lo curioso es que el recuerdo de Machado me ha acompañado todo el fin de semana creyendo que era un pensamiento aleatorio. Pero supongo que hay cosas que las tengo tan interiorizadas que no pueden ser casuales ni aleatorias. Así que, al poner el telediario resulta que se cumplen 75 años de la muerte de Machado, e hilando un poco más deduzco que hoy hace un año visitaba por primera vez Colliure. Nada es casual, febrero huele a poesía y a exilio. 

Recuerdo como llegué, con emoción contenida, ante la tumba del poeta y que sencillo resultó entonces comprender. Imaginar a Ángel González, más entrado en años y cansado que en aquella fotografía en blanco y negro, acompañado por Luis G. Montero caminar hacia la tumba de Machado y entender que lo que les lleva allí, lo que nos lleva a casi todos allí es algo más que los nombres, que las fechas puestas en la historia. Son los sentimientos, un recuerdo asumido como propio y que conmueve, un dolor compartido o en definitiva el  último reducto del perdedor.


De izquierda a derecha, Carlos Barral, J. M. Caballero Bonald, Luis Marquesán, Jaime Gil, Ángel González y Juan Ferraté, junto a la tumba de Machado en 1959.

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