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lunes, 1 de junio de 2015

Lo de dentro (II)




“esos hombres manchados por las últimas horas
de la ocasión perdida,
me recuerdan a mí”
-       Luís G. Montero.

Te hablo de la vidas que se cruzan, de la personas que sólo pasan una vez en la vida. De esa gente que cuando la tienes al lado parece que abran la ventana de una habitación que llevaba demasiado tiempo cerrada. Y vuelve a entrar la luz y un aire nuevo que te remueve por dentro. Esas personas que llegan hoy y se van mañana pero que en ti se quedan para siempre.

Tú, con mirada escéptica, citas a Quique González y sólo me respondes que "la vida te lleva por caminos raros".
 
Te explico sobre las implicaciones místicas de todo esto, de hilos invisibles que nos mueven, de que hay algo que nos une y que no existen las casualidades. Que leas las señales, que hagas caso de tu instinto. 

Tú me dices que eso está bien para las películas pero que hace mucho que dejaste de creer en la magia y que el instinto a veces juega malas pasadas.  

Te digo que no se trata de magia que es “la ocurrencia temporal coincidente de eventos acausales”. Que mires más allá, que a veces lo más improbable ocurre y que no lo dejes escapar.

Entonces vuelves a poner esa canción que no has dejado de escuchar desde aquel día y me dices que a pesar de lo que diga Jung, es el azar el que hace y deshace, que no hay señales, que nada está predestinado. Pero que eso no te importa. Que tú siempre lo vas a poder encontrar en la poesía.